Cerrando el 2024, es oportuno reflexionar sobre las principales tendencias y eventos políticos a nivel local que han marcado este año, los que tendrán repercusiones importantes para el 2025.
El crecimiento económico apunta a cerrar en 2024 levemente por sobre 2%, lo que, si bien es mejor que 2023, no es una cifra que deba dejarnos conformes. Más aún, si el crecimiento tendencial en nuestro país no supera el 1.8%. Para 2025, la tendencia es similar.
Respecto a la inflación, esta ha ido retrocediendo, aunque con algunos shocks puntuales que no han permitido volver al rango meta de 3%. Lo importante en esta dimensión es que las expectativas están ancladas en esos niveles, permitiendo al Banco Central continuar con el proceso de recortes de la tasa rectora, dándole un respiro adicional a nuestra economía.
Por el lado de la inversión, hubo un repunte respecto a lo que veníamos mostrando, una caída por varios trimestres consecutivos, con niveles que no son óptimos para que podamos mejorar estructuralmente el crecimiento económico. Tampoco se aprecian mejoras en la productividad total de factores, indicador clave que refleja un mejor uso de los recursos y del capital humano.
En lo político, no se vislumbran consensos claros en el oficialismo ni en la oposición que permita crear una estrategia de desarrollo a nivel país, estando en deuda en reformas estructurales como en pensiones, vivienda, flexibilidad laboral y salud. Es fundamental que con los recursos políticos que tenemos logremos avanzar buscando acuerdos. Nuestra historia moderna nos recuerda que es posible.
Lo importante es avanzar y no buscar la perfección, de eso se trata la democracia.