En el 2022 tuvimos la inflación más elevada de los últimos 40 años a nivel mundial, con un nivel de tasas históricamente alto que terminó durando más de lo esperado por los mercados.
Al revisar los orígenes de este nuevo régimen inflacionario durante y posterior a la pandemia, vemos cómo problemas generales en las cadenas de suministros, repercutieron inicialmente en la oferta de bienes y servicios. Esto, combinado con un exceso de liquidez producto de los retiros y planes estatales de apoyo, contribuyeron a un desbalance de oferta y demanda.
Adicionalmente, con el conflicto de Rusia y Ucrania, los commodities llegaron a niveles bastante elevados, generando temores de recesión y por lo tanto, una fortaleza del dólar a nivel global.
¿Cómo estamos ahora?
Aunque los precios han mostrado señales de mejora desde finales del año pasado, la resiliencia de la economía y la fortaleza del empleo en EE. UU., junto con algunas sorpresas inflacionarias que han surgido durante el 2024, han generado un reajuste en las expectativas de recortes, ya que los datos macroeconómicos aún no le han brindado la suficiente confianza a la Reserva Federal para iniciar el proceso de recortes.
A esto se ha sumado una temporada de resultados corporativos del primer trimestre para EE. UU. favorable, en donde las compañías del S&P500 demostraron firmeza en sus cifras y nuevamente, las 7 magníficas volvieron a sorprender en ingresos y utilidades, mostrando una importante solidez.
Este escenario ha generado un momento favorable para los activos de riesgo a nivel global, sin embargo, luego de la última reunión de la FED se ha visto una moderación en las tasas internacionales, lo que podría empezar a favorecer a la Renta Fija, que ha experimentado mayor volatilidad a lo largo del año corrido, ante la postergación de los recortes de tasas.
¿Cómo impacta este contexto a Chile?
Mientras que Chile fue uno de los primeros países en empezar con una política monetaria contractiva para controlar la inflación, su inflación anual se ha moderado a 3.7%, permitiéndole al Banco Central llevar su TPM a niveles del 6%.
Este camino recorrido contrasta con la cautela de la FED, presionando al peso chileno. Sin embargo, el cobre ha subido con fuerza acoplándose al avance generalizado de los demás metales como el oro y la plata, y luego del optimismo en los mercados, ante el último dato de empleo en los EE. UU., ciertas monedas emergentes como el peso chileno, han logrado recuperarse.
El Banco Central de Chile, al igual que otros países de la región, se verá cada vez más condicionado a los movimientos de la FED para sus próximas decisiones (nuestra hipótesis es que el primer recorte se de en septiembre), teniendo en cuenta que en la medida en que se comprima el diferencial de tasas, la devaluación podría generar mayores presiones inflacionarias nuevamente.
Bajo este contexto, creemos que existen oportunidades en la Renta Fija local, manteniendo una duración larga en los portafolios (entre 4 y 5 años), para horizontes de inversión entre 12 y 18 meses.
En cuanto a la Renta Variable local, vemos que las valorizaciones medidas por el P/U forward siguen atractivas. Se espera que las utilidades aumenten un 10% a 12 meses, aunque la caída que mostraron en la temporada de resultados anterior fue importante. Bajo este panorama, continuamos neutrales en la Renta Variable local.
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